Redefiniendo el Uso de la Fuerza

Todos los miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad en España tienen grabadas como dogma las siguientes tres palabras; congruencia, oportunidad y proporcionalidad. En todas las actuaciones a las que se enfrentan, esas tres palabras marcan las líneas divisorias de cómo deben actuar durante el servicio que prestan.

Policías locales patrullando armas no letales

 

Aunque cuando la intervención que se encuentran entraña violencia, sólo una de las tres palabras les viene a la mente, la última y más famosa: Proporcionalidad. ¿Qué es la proporcionalidad? Entendemos que el legislador eligió esta palabra como regla matemática de similitud. Equiparando el uso legítimo de la violencia que ejerce la policía, al ilegítimo del resto de los ciudadanos, o lo que es lo mismo, la adecuación del medio empleado con el que causa la acción a evitar y/o frenar.

El concepto uso legítimo de la fuerza, se crea como una evolución de la idea surgida hace algo más de un siglo y definida como Monopolio de la Violencia. Pero las sociedades cambian y la violencia está dejando de ser “aceptable”, por lo que ahora percibimos con mejores ojos el concepto: Uso (legítimo) de la Fuerza, cuando tratamos de la proporcionalidad en el trabajo policial.

El Uso de la Fuerza es toda acción dirigida a impedir o frenar el daño lesivo que estará produciendo un individuo o grupo. Este Uso de la Fuerza estará estructurado en varios niveles; dependiendo de la intensidad y el uso legitimado de las herramientas de las que disponga el agente, o el uso de medios improvisados. Hasta hace poco, estas herramientas eran y siguen siendo en muchos agentes aún; la defensa y el arma corta de fuego.

 

Actualmente, nos encontramos ante un cambio de paradigma; a la vez que aumenta la sensibilidad del público ante la violencia, la autoridad percibida del policía disminuye. Cada año se multiplican los casos de policías agredidos por armas blancas, a la par que las pantallas de nuestros dispositivos se inundan de actuaciones de estos mismos policías, percibidas estas imágenes, en la mayoría de las ocasiones por el público, como “desproporcionadas”. Gente que no ha estado presente desde el comienzo de la intervención, opina visionando dos minutos de vídeo (en las noticias de televisión aún menos), y expresan una opinión difuminada que únicamente alimenta su sesgo de confirmación.

 

En esta situación se encuentran los policías que salen a la calle, y que cada día se enfrentan con este dilema; el que los expone al escrutinio social. A la vez sabe que pueden ser víctimas de un ataque en cualquier momento. Sin olvidar lo más importante y que da sentido a su profesión, servir a la sociedad.

Policías Nacionales patrullan por las calles preparados

Para remediar esta paradoja; la industria de la seguridad lleva unas décadas explorando nuevas vías que protejan al agente policial tanto por pasiva (protecciones corporales; como las prendas anticuchillo) como por activa. En los medios activos se encuadrarían las Armas No Letales.

 

En sociedades como la nuestra, donde el bien supremo es la vida, la disponibilidad de dispositivos acordes a un Uso de la Fuerza adecuado para la resolución de incidentes, y que no acaben con la vida, podemos considerarlo una revolución positiva.

 

La tecnología hoy les permite a los policías en nuestras calles, inmovilizar en el acto a individuos con actitudes dañinas. Sin importar los niveles de alteración psíquica o biológica en los que se encuentran dichos individuos. Por lo que con las herramientas que dicha tecnología pone a nuestra disposición como sociedad, estamos ante la posibilidad única de permitir a nuestros policías un Uso de la Fuerza Óptimo. Que ajusta la proporcionalidad a los deseos con que el legislador plasmó esa palabra en el texto que rige la función policial.