Cualquier interesado en el equipamiento policial se habrá dado cuenta de la rápida transformación que ha tenido este en pocas décadas, gracias a la incorporación exponencial de los materiales y tecnologías que se han venido desarrollando en este tiempo. Pero, sobre todo, la causa de este impulso ha venido con el cambio de paradigma sufrido por la seguridad en todo el mundo, y sobre todo en occidente. Donde hemos sido testigos de las demandas cambiantes de la sociedad y su seguridad.
Hoy en día, el material con el que está dotada la policía, abarca una amplia gama de herramientas diseñadas para maximizar la seguridad ciudadana, reducir el uso de la fuerza letal y aumentar la confianza de la población. Como vas a tener oportunidad de descubrir en este artículo.
Orígenes del equipamiento policial
El concepto actual de policía surge con los primeros individuos que eran destinados a la seguridad de las ciudades. En la antigua Roma, durante el gobierno de Augusto, comienzan a aparecer los «vigiles», Hombres encargados de vigilar las calles durante las horas nocturnas, «vigil» en latín es «vigilia» (estar despierto o en vela, según la RAE). Por lo que sí, etimológicamente el «vigilante» actual viene de aquel «vigile». Estos hombres hacían sus rondas nocturnas armados de porra y escudos de madera. También hacían de bomberos frente a los incendios que podían surgir durante su turno, por cierto.
Tras la caída de Roma, la profesión de vigiles ya se había instaurado en el resto de Europa y estuvo en activo durante siglos hasta que, en el Renacimiento, surgen otras figuras dedicadas a las tareas de policía. Como serían los alguaciles o la Santa Hermandad. Los primeros trabajaban con espadas cortas y bastones. Mientras que los segundos, por su condición de milicias locales, compartían el equipamiento de los soldados de la época.
La espada y la porra de madera, serían el equipamiento policial elemental de cualquier trabajador de la seguridad interior en ciudades y caminos hasta el siglo XIX. Siglo en el que se deja de utilizar la espada y se introduce el silbato, inventado en 1883, y que pasaría a ser un clásico en el equipo individual de todo policía uniformado.
La revolución y transformación en el equipamiento policial llegaría en el pasado siglo XX. Donde la policía incorporaría la pistola, las radios portátiles (walkies), los chalecos antibalas o el spray de pimienta. Así, la policía que patrullaba nuestras calles con el cambio de siglo, es muy parecida a la actual en cuanto a equipamiento si la comparamos con la del siglo precedente.
El siglo XX, la era del cambio en el equipamiento policial.
La segunda mitad del siglo pasado trajo una mejora sustancial en todo aquello que tiene un efecto decisivo en el trabajo, autoprotección y desarrollo de las fuerzas policiales occidentales. Ninguna parcela de la profesión quedó sin su impulso de mejora; ya fuera a nivel individual, colectivo o institucional.
El punto de inflexión vino provocado por las transformaciones sociales, los avances tecnológicos y los nuevos desafíos en la seguridad pública. Así, el respeto por la vida durante los desórdenes públicos, obligó a los estados a equipar a sus policías con material antidisturbios de protección y armamento no letal para hacerle frente sin utilizar fuerza letal.
Igualmente, los avances de la ciencia en nuevos materiales, permitió dotar a cada policía con protección balística para hacer frente a una delincuencia con una preocupante facilidad de acceso a las armas de fuego. Con relación a esto, también surgieron avances en la protección de las manos con los guantes anticorte.
El aumento de los retos policiales también trajo al sector mayores especializaciones en análisis forense, funciones de tráfico y lucha contra el tráfico de drogas, por ejemplo. Desafíos que iban acompañados de la incorporación de soluciones técnicas para mejorar el trabajo de los policías especialistas en estos nuevos cometidos.
Y, por supuesto, la gran revolución tecnológica del siglo pasado incorporó innovaciones que permitieron las radiocomunicaciones portátiles, los medidores de velocidad (radares) móviles o los dispositivos de detección de alcohol o drogas.
Incorporación de tecnología y equipo no letal al trabajo policial en el siglo XXI.
La consolidación, en el equipo de los policías, de todos los adelantos citados anteriormente, no ha impedido que la industria del equipamiento policial continúe investigando en nuevas soluciones, mientras continúa trabajando en mejorar las ya incorporadas. Y es que, esta industria, no pierde la oportunidad en aprovechar cualquier avance fuera del sector para investigar sus posibilidades en el sector de la seguridad pública.
Como ha ocurrido con las cámaras corporales policiales (o bodycams), que están aprovechando los últimos avances en lentes, baterías, encriptado, microchips y la novedad en las mejores cámaras corporales es la incorporación de la IA. También en otros productos como los nuevos altavoces dirigidos de largo alcance, la policía está logrando un valioso empleo en orden público y emergencias.
Lo mismo está sucediendo con las soluciones no letales, que permiten a los policías desescalar situaciones en las que deben utilizar la fuerza, pero esta vez sin depender de la fuerza letal. Como ocurre con el empleo del spray de pimienta, los guantes electro-sensitivos policiales o la bola balística. Una munición no letal, esta última, que puede emplearse con cualquier arma de 9 mm, sin necesidad de modificación del arma ni munición especial.
Impacto en la seguridad y la confianza hacia la policía, gracias a los avances en el equipamiento policial.
El continuo desarrollo y mejoras en el equipamiento policial durante las últimas décadas, ha logrado un incremento de la seguridad real y percibida. Combinado con una reducción del uso de la fuerza letal y empujado por una mayor preparación ante los diferentes nuevos escenarios a los que deben enfrentarse nuestros cuerpos policiales.
Estos avances también han permitido conseguir un impacto positivo de la confianza ciudadana en sus fuerzas y cuerpos de seguridad. Gracias a una mayor transparencia en la comunicación y la rendición de cuentas, que avanza con la continua implantación de cámaras corporales en los policías que vigilan sus calles. Junto con la mejor formación y herramientas, que tienen estos policías en el uso proporcional de la fuerza.
Así, estamos logrando una sociedad en la que sus administraciones tienen mejores formas de hacer frente a episodios de conflictividad social y tensiones que puedan socavar nuestras democracias. Poniendo en manos de la policía las tecnologías y materiales que los protejan y mejoren su trabajo sin poner en riesgo su propia vida y la de terceros. Y avanzando en la especialización de aquellos que tienen la responsabilidad de prevenir la delincuencia e investigarla cuando se produce.