2020 ha comenzado para los agentes de Policía de Atlanta en Estados Unidos con un llamativo correo electrónico en sus buzones virtuales; su actual Jefa de Policía; Erika Shields, les informa en el mismo, que deben abandonar la costumbre de efectuar persecuciones de sospechosos que se den a la fuga.
En dicho correo justifica la medida valorando que el riesgo/beneficio no compensa por el coste de vidas inocentes que a veces provocan y que el sistema judicial suelta con demasiada frecuencia inmediatamente a los cacos detenidos. Ya el año pasado sólo persiguieron a sospechosos de delitos con violencia.
Indudablemente la medida ha causado impacto en la ciudad y los periodistas se han ocupado en investigar las razones expuestas por Erika Shields. Primeramente se trata de una motivación emocional, cómo expresa Shields, no quiere “poner en peligro la vida de alguien que salga de compras” y añade que “he visto a oficiales nunca volver a trabajar después del trauma de matar a alguien”.
Erika Shields
Geoffrey Alpert, profesor de la Universidad de Carolina del Sur, es quizás el principal investigador sobre las actividades policiales y ha ayudado a elaborar procedimentos para cientos de departamentos de Estados Unidos. Indica que los estudios muestran que es un mito que el crimen aumente si la policía restringe sus persecuciones. “Hay dos mitos” dice “Uno; si no persigues, todos van a correr. Y dos, que hay un cadáver en el maletero”.
Con esta definitiva explicación, Alpert se refiere al mito de que si alguien huye del agente es porque ha cometido algo grave; suele ocurrir la mayoría de las veces que el individuo cuente con algún requerimiento judicial por alguna infracción leve.
Travis Yates, Mayor del Departamento de Policía de Tulsa (Oklahoma, EE.UU), viene tiempo predicando sobre la necesidad de capacitar a los agentes en conducción más segura, seguro de que una mayor formación al volante de estos, aumenta su capacidad para tomar decisiones acertadas en momentos donde medio segundo puede marcar la diferencia para la seguridad de los vecinos que protegen. “Las persecuciones matan a muchas más personas inocentes” cada año que los disparos de la policía , es su frase incuestionable en la que asentar su teoría, pues para Yates, los Departamentos del país norteamericano llevan demasiado tiempo dando preponderancia al uso de la fuerza frente a otras tácticas menos lesivas.
Un análisis de las cifras federales de seguridad vial por el sitio de noticias FairWarning encontró que “al menos 13,100 personas fueron asesinadas en persecuciones policiales desde 1979 hasta 2017”, un promedio de 336 muertes al año, un número que ha ido en aumento.
Además, “Más de 2.700 de los muertos fueron transeúntes inocentes, que incluyen peatones y personas en vehículos que fueron golpeados por un sospechoso que huía o, en casos raros, por la policía”.
El debate al otro lado del charco se ha abierto y puede que acabe con el suministro visual para muchas cadenas de TV locales. Que con sus helicópteros nutren cientos de vídeos que recorren el mundo a través de Youtube, por no hablar del impacto cultural que esta técnica policial ha supuesto al ser llevada reiteradamente a la gran pantalla en títulos míticos como The Blues Brothers o Drive.
En Europa, aunque carecemos de esta cultura, depende del país donde nos encontremos podremos comprobar que en unos, como en Suecia o Países Bajos, realizan persecuciones “a la americana” mientras que en otros, cómo España, damos prevalencia a la ecuación coste/beneficio y sólo en muy determinadas ocasiones los policías españoles usaran técnicas de conducción de interceptación de vehículos fugados.
